jueves, 6 de noviembre de 2014

La BUAP marcha por Ayotzinapa y contra Moreno Valle | Nueva República

Los muchachos de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP) volvieron a pisar juntos, por miles, las calles de la capital estatal para exigir la presentación con vida de los 43 desaparecidos de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa. La movilización ha sido, sin duda, la más importante realizada por alumnos de la máxima casa de estudios en ésta y la pasada década.



Pero no solamente se trató de una manifestación de solidaridad y exigencia de justicia a favor de los normalistas de Guerrero. La de ayer fue también una expresión de repudio a las políticas represoras del gobernador poblano, Rafael Moreno Valle Rosas, y del edil angelopolitano, José Antonio Gali Fayad.



En efecto: cuando la columna hizo su parada final para un mitin frente al Palacio Municipal de Puebla, los jóvenes oradores condenaron el acoso morenovallista al pueblo de San Bernardino Chalchihuapan y a los opositores al parque de las siete culturas en Cholula; exigieron la liberación de los presos sociales y el cese a la persecución de opositores y disidentes del titular del Poder Ejecutivo. Demandaron que se devuelva a la sociedad el Parque Ecológico Revolución Mexicana.



–“¡Que chinge a su madre Rafael Moreno Valle!” –gritó, micrófono en mano, una estudiante de la Normal Rural Carmen Serdán de Teteles de Ávila Castillo.



–“¡Que chinge a su madre!” –le respondieron los miles que por la noche estaban aún sobre la avenida Juan de Palafox.



–“¡Que chinge a su madre el Antonio Gali Fayad! –expresó.



–“¡Que chinge a su madre!” –volvieron a contestarle.



En realidad desde que los tres contingentes de alumnos confluyeron en el Área de la Salud –en las inmediaciones de la Facultad de Medicina y el Hospital Universitario–, la mayor parte de las consignas eran contra el gobierno de la República, que preside el priista Enrique Peña Nieto.



Y cierto es también que entre las miles de pancartas, las decenas de lonas y los volantes primaban los reclamos a la administración peñista, aunque también había otras que criticaban los abusos del gobierno local, principalmente en los casos de San Bernardino y las Cholulas.



Destacó, por ejemplo, una lona con dos fotografías sobre un fondo rojo que mostraba del lado derecho al niño José Luis Alberto Tehuatlie Tamayo con el rostro ensangrentado, como resultado del proyectil que le disparó la Policía Estatal el 9 de julio, durante la represión del gobierno de Moreno Valle al pueblo de San Bernardino Chalchihuapan.



En el flanco contrario, la misma lona contenía la imagen del rostro desollado de Julio César Mondragón “el Chilango”, estudiante de la Normal de Ayotzinapa asesinado y cuya imagen ha dado la vuelta al mundo, horrorizando por la crueldad y saña que tuvieron sus verdugos, los mismos que mataron a otros seis de sus compañeros y se llevaron a los 43 que a más de un mes de los hechos, no aparecen.



La lona decía: “En Ayotzinapa, Guerrero, se asesina a estudiantes y en Chalchihuapan, Puebla, se asesina a niños”, muestra de cómo las movilizaciones que se están dando por parte del estudiantado poblano no solo son de solidaridad con sus contemporáneos de Guerrero, sino también originadas por el rechazo absoluto a las injusticias que se padecen a nivel local.



En el turno al habla para el mitin frente a la sede del ayuntamiento que es gobernado por un conspicuo integrante del morenovallismo –José Antonio Gali Fayad– se enlistaron más de 30 para arengar.



Sin embargo, se dio preferencia a los normalistas de Ayotzinapa que acompañaron la manifestación, a la alumna de Teteles y a Rocío Pérez Pérez, la hija de Raúl Pérez Velázquez, el presidente de la junta auxiliar de San Miguel Canoa, quien permanece encarcelado desde el pasado 31 de octubre por haber desafiado a Rafael Moreno Valle Rosas.



Como lo hizo la víspera –durante un foro por el Décimo Aniversario de la cátedra Ignacio Ellacuría, celebrado en la Universidad Iberoamericana Puebla–, la joven estudiante de Ciencias Políticas denunció la detención arbitraria de su padre y enlistó la serie de atropellos y abusos de la autoridad que ocurren en Puebla: Canoa, Chalchihuapan, Cholula y una muy larga y lamentable cadena de agravios.



Baja de estatura y menuda, pero con un valor que salta a la vista, Rocío Pérez Pérez solicitó el apoyo de los miles que la escuchan, quienes sin titubear le responden gritando al unísono: “¡No estás sola!, no estás sola!, ¡no estás sola!”.







Reciben apoyo







Desde las 8 de la mañana los estudiantes llegaron a escuelas y facultades de la Universidad Autónoma de Puebla decididos a participar activamente en el tercer día de acción global por Ayotzinapa; así lo acordaron en las asambleas previas, realizadas el martes por la tarde.



La mayoría de los maestros aceptaron la propuesta de los alumnos para sumarse a la huelga nacional, convocada por las principales universidades del país, solamente que con la variante de que fuera un “paro activo” para evitar problemas con las autoridades universitarias, que tanto insistieron en evitar la suspensión de actividades o el cierre de las escuelas.



Los salones se quedaron vacíos y los alumnos se apropiaron de los patios, jardines y espacios abiertos. Organizaron mesas de discusión y análisis sobre el tema Ayotzinapa y la terrible situación de violencia que parece el país.



Los maestros también se sumaron, como ocurrió en la Facultad de Filosofía y Letras, donde se colocaron 43 bancas con las fotografías y nombres de los desaparecidos de la normal rural Raúl Isidro Burgos.



Hubo tres contingentes que salieron de sendos puntos donde se ubican sus unidades académicas: Ciudad Universitaria, el Área de la Salud y el Centro Histórico.



Las columnas de estudiantes de preparatorias y del Área de la Salud de la Universidad Autónoma de Puebla se unieron frente a la Facultad de Medicina y del Hospital Universitario y avanzaron marchando de manera silenciosa para no interrumpir la recuperación de los pacientes.



Los jóvenes fueron acompañados por algunos maestros de la institución y padres de familia. Ya sobre la 25 Poniente y la 11 Sur los alumnos de la máxima casa de estudios volvieron a clamar consignas exigiendo la aparición de los 43 normalistas desaparecidos y reprochando la actuación del gobierno de Enrique Peña Nieto.



Sobre la avenida 11 Sur, a la altura del Paseo Bravo, muchos automovilistas les manifestaron su apoyo tocando los cláxones de sus automóviles.



“¡Ayotzinapa vive. La lucha sigue!”, gritaban miles de voces indignadas al llegar al centro de la ciudad. Les respondió el eco masivo de cientos de personas que ya los esperan en el zócalo y quienes los recibieron con aplausos y un notable entusiasmo.



Espontáneamente se formó una gran fraternidad: estudiantes y maestros, a quienes se unieron ciudadanos que comparten la sed de justicia.



“¡No están solos. No están solos!”, gritaban y animaban a los normalistas que vinieron desde Ayotzinapa, y quienes pidieron que el ánimo y la solidaridad no decaigan: “Con su apoyo seguiremos resistiendo”, mencionó uno de los delegados de la Isidro Burgos.



¿Cuántos marcharon ayer?: las fuentes oficiales dicen que de 2 mil a 4 mil. Los periodistas calcularon de 5 a 7 mil y los organizadores de 8 a 10 mil. Lo cierto es que fueron muchos, más que en la ocasión anterior.
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