Si se dice que la derrota es huérfana y la victoria encuentra muchas paternidades, el SNTE se reveló en el festejo del triunfo morenovallista como la primera fuerza en el poder del sexenio por venir. En la mesa principal, a la izquierda del gobernador electo, se sentó Cirilo Salas para reforzar la presencia de los más de 8 mil maestros que llenaron el exsantuario marinista, el salón Country de San Manuel. Fueron tantos y tantos maestros que de plano dejaron sin lugar a los panistas, quienes se retiraron enfurecidos e indignados en medio del tumulto, tras no reconocer a sus operadores ni a sus bases, pues Nueva Alianza se había apropiado de todo.
En una declaración de principios, fueron pocos los panistas que llegaron al salón Country. Ni siquiera juntaron un puñado. Al terminar el discurso de Rafael Moreno Valle, Eduardo Rivera se retiró del lugar acompañado por Rafael Micalco. Paco Fraile tampoco quiso quedarse y Humberto Aguilar Coronado buscó asiento en la mesa principal y, tras fracasar en su búsqueda, se retiró.
En una mesa dominada por el grupo compacto del morenovallismo, su familia y las fuerzas de Elba Esther, tan sólo encontraron asiento Denisse Ortiz y Manuel Janeiro. Dos extraños en el paraíso representando al PAN, al que Moreno Valle dedicó un agradecimiento simple en su discurso, tal y como lo hizo para las demás fuerzas políticas que le prestaron sus siglas para llegar al poder.
Porque a nadie debe caberle duda: los grandes ganadores, los poderosos, serán los maestros del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) y las fuerzas de Elba Esther Gordillo. El sexenio de la educación.
***
Todo empezó temprano en el Instituto Electoral del Estado (IEE). Los panistas se dieron cita, después de la misa dominical, para apapachar a su caudillo en la entrega de su constancia como ganador del proceso electoral. Rostros plenos de sonrisas y la cara de satisfacción por el millón 111 mil votos para la alianza imposible y para el expriista que en febrero logró conjuntar al panismo en torno a su candidatura.
Una votación sin precedentes, histórica, que aglutinó a decenas de morenovallistas, panistas, panalistas, perredistas y convergentes para recibir la añorada Constancia de Mayoría que oficializa la investidura gubernamental en el senador con licencia.
Aún en el organismo electoral, hicieron acto de presencia algunos panistas como Gustavo Madero, Juan Carlos Mondragón, Augusta Valentina Sánchez Díaz de Rivera, Mario Riestra, Roberto Grajales, Humberto Aguilar, Rafael Micalco, Manuel Janeiro, Ángel Alonso Díaz Caneja y Eduardo Rivera, pero el agravio para los albiazules comenzaría unos segundos después, justo cuando Moreno Valle abandonara las instalaciones del IEE.
Sólo la burbuja morenovallista tuvo acceso al famoso Rafabús. La familia del gobernador electo, Fernando Manzanilla, Marcelo García, Eukid Castañón, Gerardo Islas y Reyes Tamés. El único panista con pase directo al vehículo fue el senador Gustavo Madero, el resto de los panistas se quedó en la fila, rezagado del transporte oficial de quien fuera el candidato. Para ellos, para los ajenos, había otro camión.
El camión para los invitados especiales partió hacia el exsantuario marinista con cinco personas, el único visible desde afuera era Rafael Micalco, sentado en la ventanilla más solo que una flor en el desierto.
Pero en el Country de San Manuel, que apenas en enero pasado fue retacado de personas para celebrar el cumpleaños de Javier López Zavala, los panistas se desvanecieron entre la multitud y el magisterio.
***
La única diferencia entre la gran celebración del excandidato priista en enero pasado y ayer, fueron las mantas multicolores y el pequeño presidium, donde solamente cupieron seis personas: Moreno Valle, su esposa Martha Érika Alonso, sus padres y su hermana Gabriela; y el alcalde electo Eduardo Rivera.
La única fuerza política sobre el presidium fue Cirilo Salas, líder de la sección 51 del sindicato más grande de Latinoamérica, pues tanto Miguel Ángel de la Rosa como José Juan Espinosa se acomodaron en la mesa de honor y no se movieron más.
El discurso del gobernador electo versó sobre la esperanza que hay en todos los poblanos por la llegada de la alternancia a Casa Puebla, pero el mensaje más importante fue el exhorto a todos sus colaboradores cercanos, operadores y demás a comportarse con generosidad ante la victoria contundente de Compromiso por Puebla.
“Seamos generosos en la victoria. No hubo vencedores arrogantes ni vencidos humillados. Todos los poblanos tenemos algo qué aportar, a todos los que contribuyeron para este movimiento les aviso que el poder es para servir a la gente (…). Se acabó la dádiva como política de Estado y será la corresponsabilidad la nueva política de Estado”.
***
La mesa de honor estaba descalabrada. Algunos personajes tomaban asiento y luego eran retirados. No estaba definido el lugar del nuevo gobernador ni de sus invitados especiales. La prensa invadió la parte frontal y no hubo guarura capaz de competir contra el enjambre de reporteros y fotógrafos.
A la izquierda del gobernador se encontraba, otra vez, Cirilo Salas, De la Rosa y Espinosa Torres. Juan Carlos Mondragón tomó camino a la Ciudad de México y Cabalán Macari se quedó atascado en la entrada del Country sin lograr meter un pie.
A la derecha, los padres del gobernador electo y los diputados electos Héctor Alonso Granados y Denisse Ortiz; a su lado la plana mayor del SNTE en Puebla: la senadora Leticia Jasso y los legisladores Gustavo Espinosa y Memo Aréchiga. Del otro costado, la burbuja morenovallista y una bola de desconocidos.
El senador Humberto Aguilar no pudo encontrar una silla dónde acomodarse y prefirió retirarse tras Francisco Fraile y Rafael Micalco. El festejo no tenía ni media hora de haber comenzado y los panistas ya se habían ido de la fiesta. De Eduardo Rivera tampoco hubo noticias.
Las porras más escandalosas fueron para el magisterio, incluso el propio Moreno Valle agradeció en su discurso a las cuatro fuerzas políticas que le acompañaron y en especial a los maestros y maestras que le habían apoyado en sus aspiraciones.
Para celebrar, Moreno Valle atascó el salón exmarinista, desde los balcones hasta el patio trasero; fue un acto priista para el gobernador de oposición.
FUENTE:
http://www.diariocambio.com.mx/
En una declaración de principios, fueron pocos los panistas que llegaron al salón Country. Ni siquiera juntaron un puñado. Al terminar el discurso de Rafael Moreno Valle, Eduardo Rivera se retiró del lugar acompañado por Rafael Micalco. Paco Fraile tampoco quiso quedarse y Humberto Aguilar Coronado buscó asiento en la mesa principal y, tras fracasar en su búsqueda, se retiró.
En una mesa dominada por el grupo compacto del morenovallismo, su familia y las fuerzas de Elba Esther, tan sólo encontraron asiento Denisse Ortiz y Manuel Janeiro. Dos extraños en el paraíso representando al PAN, al que Moreno Valle dedicó un agradecimiento simple en su discurso, tal y como lo hizo para las demás fuerzas políticas que le prestaron sus siglas para llegar al poder.
Porque a nadie debe caberle duda: los grandes ganadores, los poderosos, serán los maestros del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE) y las fuerzas de Elba Esther Gordillo. El sexenio de la educación.
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Todo empezó temprano en el Instituto Electoral del Estado (IEE). Los panistas se dieron cita, después de la misa dominical, para apapachar a su caudillo en la entrega de su constancia como ganador del proceso electoral. Rostros plenos de sonrisas y la cara de satisfacción por el millón 111 mil votos para la alianza imposible y para el expriista que en febrero logró conjuntar al panismo en torno a su candidatura.
Una votación sin precedentes, histórica, que aglutinó a decenas de morenovallistas, panistas, panalistas, perredistas y convergentes para recibir la añorada Constancia de Mayoría que oficializa la investidura gubernamental en el senador con licencia.
Aún en el organismo electoral, hicieron acto de presencia algunos panistas como Gustavo Madero, Juan Carlos Mondragón, Augusta Valentina Sánchez Díaz de Rivera, Mario Riestra, Roberto Grajales, Humberto Aguilar, Rafael Micalco, Manuel Janeiro, Ángel Alonso Díaz Caneja y Eduardo Rivera, pero el agravio para los albiazules comenzaría unos segundos después, justo cuando Moreno Valle abandonara las instalaciones del IEE.
Sólo la burbuja morenovallista tuvo acceso al famoso Rafabús. La familia del gobernador electo, Fernando Manzanilla, Marcelo García, Eukid Castañón, Gerardo Islas y Reyes Tamés. El único panista con pase directo al vehículo fue el senador Gustavo Madero, el resto de los panistas se quedó en la fila, rezagado del transporte oficial de quien fuera el candidato. Para ellos, para los ajenos, había otro camión.
El camión para los invitados especiales partió hacia el exsantuario marinista con cinco personas, el único visible desde afuera era Rafael Micalco, sentado en la ventanilla más solo que una flor en el desierto.
Pero en el Country de San Manuel, que apenas en enero pasado fue retacado de personas para celebrar el cumpleaños de Javier López Zavala, los panistas se desvanecieron entre la multitud y el magisterio.
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La única diferencia entre la gran celebración del excandidato priista en enero pasado y ayer, fueron las mantas multicolores y el pequeño presidium, donde solamente cupieron seis personas: Moreno Valle, su esposa Martha Érika Alonso, sus padres y su hermana Gabriela; y el alcalde electo Eduardo Rivera.
La única fuerza política sobre el presidium fue Cirilo Salas, líder de la sección 51 del sindicato más grande de Latinoamérica, pues tanto Miguel Ángel de la Rosa como José Juan Espinosa se acomodaron en la mesa de honor y no se movieron más.
El discurso del gobernador electo versó sobre la esperanza que hay en todos los poblanos por la llegada de la alternancia a Casa Puebla, pero el mensaje más importante fue el exhorto a todos sus colaboradores cercanos, operadores y demás a comportarse con generosidad ante la victoria contundente de Compromiso por Puebla.
“Seamos generosos en la victoria. No hubo vencedores arrogantes ni vencidos humillados. Todos los poblanos tenemos algo qué aportar, a todos los que contribuyeron para este movimiento les aviso que el poder es para servir a la gente (…). Se acabó la dádiva como política de Estado y será la corresponsabilidad la nueva política de Estado”.
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La mesa de honor estaba descalabrada. Algunos personajes tomaban asiento y luego eran retirados. No estaba definido el lugar del nuevo gobernador ni de sus invitados especiales. La prensa invadió la parte frontal y no hubo guarura capaz de competir contra el enjambre de reporteros y fotógrafos.
A la izquierda del gobernador se encontraba, otra vez, Cirilo Salas, De la Rosa y Espinosa Torres. Juan Carlos Mondragón tomó camino a la Ciudad de México y Cabalán Macari se quedó atascado en la entrada del Country sin lograr meter un pie.
A la derecha, los padres del gobernador electo y los diputados electos Héctor Alonso Granados y Denisse Ortiz; a su lado la plana mayor del SNTE en Puebla: la senadora Leticia Jasso y los legisladores Gustavo Espinosa y Memo Aréchiga. Del otro costado, la burbuja morenovallista y una bola de desconocidos.
El senador Humberto Aguilar no pudo encontrar una silla dónde acomodarse y prefirió retirarse tras Francisco Fraile y Rafael Micalco. El festejo no tenía ni media hora de haber comenzado y los panistas ya se habían ido de la fiesta. De Eduardo Rivera tampoco hubo noticias.
Las porras más escandalosas fueron para el magisterio, incluso el propio Moreno Valle agradeció en su discurso a las cuatro fuerzas políticas que le acompañaron y en especial a los maestros y maestras que le habían apoyado en sus aspiraciones.
Para celebrar, Moreno Valle atascó el salón exmarinista, desde los balcones hasta el patio trasero; fue un acto priista para el gobernador de oposición.
FUENTE:
http://www.diariocambio.com.mx/
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